Prueba de manejo: Peugeot 208 GT
Como si se tratase de un aperitivo antes del plato fuerte, la marca del león presentó la versión deportiva GT del 208, previa al Gti que se lanza la semana que viene. La pusimos a prueba y te contamos si vale la pena su compra.
No hay situación más frustrante que luego de que a uno lo “engolosinan” con algo muy superador, le ofrezcan una propuesta menos atractiva, con la cual uno ya se forja un pre concepto y piensa que se va a quedar con gusto a poco.
Esta sensación fue la que se nos generó, cuando después que Peugeot comercializó durante el año 2014 (fue discontinuado antes de cumplir el año a causa del impuesto interno) a la versión Gti de su león más chico con el fastuoso motor THP 1.6 con turbo de 200 CV, lanzara meses atrás esta versión deportiva GT oriunda de Brasil con el mismo motor que aquel Gti francés, pero con 44 caballos (156) menos. Más allá de ello y a sabiendas que el mes que viene llega la nueva generación del 208 y 308 Gti, decidimos probar durante una semana esta edición Cuando se habla de una versión deportiva, uno espera un tratamiento estético diferente, pero en este caso, los diseñadores de la marca decidieron que este GT pase desapercibido. Solo los muy detallistas van a poder percatarse de detalles en rojo en la parrilla y en los logos de la marca adelante. Si son diferentes con respecto al 208 convencional sus llantas de 17’’ con neumáticos de perfil bajo y el escape con doble salida y para de contar. Una edición sin dudas poca expresiva, que no sugiere que uno está al frente de una versión diferente. Por dentro encontramos detalles que intentan destilar deportividad, pero siempre en dosis muy escuetas. Así, aparece la luz roja en torno a los dos cuadrantes del tablero, como también así, detalles en símil fibra de carbono en el panel de instrumentos. El volante del 208 es por si deportivo (de aro chico, forrado en cuero con apliques en cromo), pero en este caso suma empuñaduras más anatómicas. La pantalla central es igual al resto de sus hermanos sosegados, con la novedad de que incorpora cámara de retroceso. Como elemento de confort, dispone de techo panorámico fijo con un efectivo sistema de persiana que lo cubre en su totalidad. Todas las recriminaciones de su imagen un tanto austera, se borran rápidamente cuando uno empieza a interactuar con su motor THP turbo 1.6, con inyección directa de 16 válvulas, de 165 CV. A tan sólo 1.400 vueltas ya está llegando a su máxima entrega, mientras que su potencia máxima la alcanza cuando la aguja del tacómetro indica las seis mil vueltas. El consumo es bastante austero en ruta (7,7 litros cada 100 kilómetros), pero no tanto en la ciudad (10,8 litros). Ameritaba ponernos “pisteros” y medir su aceleración. ¿Resultado? Unos contundentes 7,9 segundos para trepar de 0 a 100 km/. Mención aparte para su caja manual de 6 marchas de pases cortos y precios.¿Cómo va?
La postura de manejo ya marca una diferencia con respecto a los 208 citadinos a causa de sus butacas con mejor agarre en los laterales. No acompaña esta postura su pedalera poca profunda. Quienes viajen atrás, seguirán teniendo un espacio muy comprimido tanto para las rodillas como para la cabeza con respecto al techo. Es para destacar que en ese sector cuenta con tres apoya cabezas y tres cinturones inerciales. El tirón de oreja se lo lleva la ausencia de ganchos. Su comportamiento dinámico en ciudad es excelente; pese a sus neumáticos de perfil bajo, no es un auto áspero. Su amortiguación es diferente al resto de los 208 y eso hace que no se incline demasiado en curvas rápidas.