Mercedes Benz Clase X: primer contacto

Por más de 400 kilómetros manejamos la nueva pick up en diferentes caminos, y te contamos las impresiones del modelo que llegará en 2019

Desde Santiago, Chile. La Clase X de Mercedes Benz ha quedado signada como la noticia más importante de este 2017 y como uno de los productos a los que más cantidad de línea le hemos dedicado. Desde su primera aparición en su etapa de Concept en Suecia (leer nota); seguida por la experiencia de compartir un breve contacto como acompañante en Sudáfrica (leer nota) y finalmente; este extenso contacto de más de 400 kilómetros por tierras chilenas que acabamos de concluir – exhaustos, pero satisfechos de poder haber puesto las manos sobre su volante– todos fueron acontecimientos en los cuales Motriz ha participado y en los cuales nos hemos interiorizado con el producto como pocos, antes de que salga a la venta a partir del 2019. La marca decidió poner a disposición para la prueba a una versión denominada X250d 4 Matic (motor bi turbo de 190 CV) con caja automática de 7 marchas, la cual se ubica en el medio de la gama. Esto es, por encima de la que viene equipada con un 2.3 turbo diésel de 163 CV (X220d) y por abajo de la X350d, la que en definitiva promete patear el tablero con su motor turbo diésel V6 de 258 CV que viene con tracción integral permanente. En este tercer encuentro cara a cara con la Clase X, la cuota de expectativa por lo que esperábamos de su exterior, era baja. No solo porque ya tuvimos la posibilidad de conocer su versión definitiva en Sudáfrica y no esperábamos nada nuevo; sino porque luego de que su concept prometía una verdadera revolución en el segmento, la cuota de “lo jugado”, de “lo revolucionario”, se perdió casi por completo. ¿El sector que más prometía? El trasero, donde aquel concept presentaba un portón trasero contorneado con toda una luminaria de led, y que luego sería reemplazado por unas sencillas ópticas horizontales. Pero la idea en este informe no era detenernos en su imagen, que ya detallamos varias veces y no tiene ahora cambio alguno (leer esta nota), sino en lo que pudimos palpar a bordo de ella. Y en este aspecto, sí vamos a detenernos en su interior, ya que frente al volante uno evalúa otras cosas de un vehículo (hasta ahora fuimos solo copilotos), y cabe destacar el diseño, la posición de manejo y la calidad interior que serán, seguramente, donde la nueva Clase X supere rotundamente a sus rivales. No en vano los directivos de la marca aseguran que lo importante es que los clientes se suban a la pick up, porque ahí están las diferencias frente a la competencia. Nosotros experimentamos la “sensación al volante” y nos sentimos claramente frente a un verdadero Mercedes Benz, cosa que muchos ponen en cuestión por el hecho de que su plataforma, es la misma que la Nissan Frontier NP300 y a los amantes y seguidores de la marca de la estrella, les hace ruido. Es para destacar la comodidad de las butacas, muy confortables, con regulación eléctrica y calefaccionadas. Donde lamentablemente hay que darle la razón a los “acomplejados” usuarios de productos de Mercedes Benz en esto de que la Clase X comparta apartados con la pick up de Nissan y de Renault, es que su volante solo es regulable en altura y no en profundidad. El espacio, es el mismo que ofrecen hoy prácticamente todas las pick ups medianas: un poco justo para que se ubiquen 3 adultos atrás. Si notamos que el asiento trasero se encuentra un poco de más elevado, lo que deja rozando las cabezas de los pasajeros más altos, con respecto al techo. En el primer tramo que recorrimos de alrededor de 122 km (desde el hotel W Santiago hasta Quillay Express) prevaleció el asfalto, con algunos sectores donde pisábamos el ripio.La segunda etapa fue hasta la Viña Vik, un increíble lugar enclavado en el medio de las montañas que nos permitió transitar otros 125 km por caminos de muchas curvas, contra curvas, bajadas y subidas bien pronunciadas. Finalmente, el test concluyó con otros 136 km en autopista para llegar a la Viña Santa Rita, donde finalizó la jornada. Durante los 400 kilómetros que concretamos a lo largo de seis horas de manejo, nos quedamos con el suave andar y la buena insonorización, como unos de sus principales bastiones. En ningún momento, aún en los caminos empedrados y bastante irregulares, el motor se hace escuchar y ni los fuertes vientos laterales (típicos de la zona) ni el constante polvo que levantaban las camionetas que iban abriendo el camino, ingresaron a la cabina. Gran responsable de esta suavidad constante, responde su esquema de suspensión trasero con multi brazo y resortes helicoidales, en lugar de elástico. El mayor parentesco con su prima/hermana Nissan Frontier, se percibe en el rendimiento y comportamiento de su motor bi turbo de 190 cv. Nos encontramos con un motor vigoroso en bajas vueltas y que responde y no defrauda en los momentos que necesitamos un plus de su caballaje, para realizar sobre pasos y encarar, por ejemplo, muchas de las varias trepadas. Sí notamos un trabajo diferente de su caja automática, con pase de marchas imperceptibles. Ya en el segundo día, el tramo off road, iba a aparecer en una Hacienda llamada Santa Martina, una especie de barrio cerrado con caminos de todo tipo. Para ello, había que cambiar de vehículo, y ¡Oh sorpresa! el volante se encontraba a la derecha. Condicionados un poco por esta nueva postura, tuvimos que poner a prueba su capacidad de vadeo y los ángulos de ataque y salida, los cuales ya los habíamos comprobado en el circuito que había montado la marca en un viñedo en Sudáfrica, pero de copiloto. Su buen despeje del suelo, también quedó en evidencia, saliendo airoso de varias huellas profundas con piedras sueltas . Incluso, los ingenieros de la marca nos dijeron que la versión fabricada para la Argentina tendrá incluso 2 cm más de despeje de la versión que estábamos poniendo a prueba. Pudimos comprobar la intervención de los asistentes de manejo, entre ellos, el de descenso (en 4×4 H lo hace a 8km por hora, lo cual en algunas bajadas resultó demasiado rápido y hubo que pisar el freno) y en 4×4 L, lo hace a 5 km por hora. En las situaciones de ascensos y descensos, puede obtenerse una visual de lo que está por venir, gracias a la la cámara de 360 grados, algo que ninguna pick up, hoy ofrece.
Conclusión Teníamos muchas ganas de ponernos al volante de la nueva Mercedes Benz Clase X, donde el encuentro más cercano que habíamos tenido, había sido de co piloto.  Creemos que, durante ese proceso, nos pasó lo mismo que a la mayoría cuando se enteraba que una marca Premium como Mercedes iba a incursionar hacia el segmento de las pick ups: La Clase X iba a presentar diferenciales emparentados con el lujo que iban a sorprender. Sin embargo, al ir conociendo el vehículo y al ir cruzando palabras con los responsables de la marca, fuimos entendiendo que la marca no quiere ser la opción Premium del segmento y que, como nos dijo un ingeniero, “no queremos una pick up que espante clientes”.  Mercedes Benz apuesta entonces, por el raciocinio de los clientes. Comprobarles a todos que, la Clase X, puede ser sometida a las mismas exigencias y tareas de las “chatas” que hoy se comercializan en el mercado. Se apoyan para ello, y mencionan la experiencia que ellos recaban en la venta de su utilitario Sprinter o de su camión 1634; es decir vehículos en los que la estrella al frente de su parrilla, no los encasilla como vehículos de lujo, sino de modelos con gran respaldo de marca, pero con las condiciones necesarias que se requieren para sumar adeptos en la categoría. Tras este camino la marca quiere ubicar a la Clase X: Una camioneta de la que sus mentores no quieren que digan de ella que “solo es una cara bonita”.

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Primer contacto: Volkswagen Polo

Desde San Pablo. Antes de su llegada a los concesionarios en enero, pudimos manejar la versión de entrada de gama (Trendline) del nuevo “hatch” que se ofrecerá en 4 versiones en total

El solo hecho de que una marca anuncie como destino de lanzamiento de un producto, la ciudad de San Pablo (Brasil), ya a uno lo condiciona por varios motivos. Sucede que la ciudad que alberga a más de 20 millones de habitantes, implica traslados con tiempos similares (entre dos y tres horas), y muchas veces superiores a los que demora un vuelo de Buenos Aires a San Pablo. “Todo aquí te queda lejos”, comentaba un colega con desazón mientras subíamos al micro que nos iba a trasladar al hotel donde nos hospedaríamos fugazmente por una noche. Pero el principal motivo por el que San Pablo ya debería salir de los futuros planes de las marcas, es por el caótico ( y cuando decimos caótico, es caótico en serio), del tránsito de una ciudad. Un factor que entorpece, y vuelve tedioso justamente la tarea a la cual nos dedicamos: Probar autos. Y en esta oportunidad volvimos justamente para descubrir al nuevo Volkswagen Polo, que como gran novedad de este modelo “archi” conocido en nuestro mercado, fue el estreno de una plataforma global (la misma para todo el mundo) y la revelación de su carrocería hatchback o 5 puertas  (leer más). La última vez que su nombre fue novedad en la industria, fue justamente hace dos años atrás, cuando salió la versión sedán (leer nota) de este modelo que se fabricó por años en la planta de Volkswagen en Pacheco, pero que en esta oportunidad provenía de India. Que por cierto, no tuvo la respuesta esperada a tal punto que ya su sucesor, llamado Virtus, viene pisándole los talones. Pero volviendo al Polo hatchback, hay que decir que es una carrocería debutante en nuestro mercado, que se apoyó mucho en la previa a su presentación oficial, al popular Volkswagen Golf. De hecho, tiene medidas parecidas: 4,05 metros de largo (contra 4.255 del Golf) un ancho de 1,75 metros (contra 1,8 del Golf) una altura de 1,46 metros (contra 1,45 del Golf) y una distancia entre ejes de 2,56 metros (contra 2.63 metros del Golf), Es decir, proporciones muy similares que le valieron el apelativo -puesto por varios directivos de VW -de “Mini Golf”. Y si bien es cierto que tiene líneas similares y hasta una estética parecida con el Golf, las diferencias a nivel calidad, de este nuevo hatch que se posicionará por abajo de este y por encima del Gol y el Fox, son notables. Tal es así que de momento preferimos referirnos a él, como una evolución más cercana al Gol que del Golf. Y decimos de momento, porque la toma de contacto con el Polo fue exclusivamente de su versión de entrada de gama, llamada Trendline. No hubo disposición de las versiones Comfortline (agrega parrilla frontal cromada, faros antiniebla e intermitentes en los retrovisores externos), Comfortline Plus (agrega llantas de aleación de 16 pulgadas) y la tan anunciada Highline, la cual estrenaría un tablero totalmente digital. Esta versión Trendline, prevalecen los plásticos duros y parcos. Increíblemente, no hay muchas opciones para elegir la posición de manejo y ello se debe a que no ofrece volante regulable ni altura ni en profundidad, algo que suma recién la versión intermedia. Las butacas de tela, con una terminación mejorable, no son de lo mejor en cuanto confort y sujeción. Algo para destacar, es en el medio de la consola central, una pantalla multimedia Composition Touch con App Connect, que se complementa con un soporte para celular con puerto USB. Esto está pensado para espejar la aplicación del GPS del celu y replicarlo en la pantalla, ya que no ofrece GPS de serie, el cual solo estará disponible en la versión tope de gama Highline. Otra de las sorpresas que nos llevamos, previo a iniciar el recorrido de cerca de 120 kilómetros, con cuatro cambios previstos de pilotos, fue el escaso lugar en las plazas traseras, siendo que sus medidas, son similares al del Golf. “Abrime el baúl para guardar la mochi”, nos gritaba uno de los colegas ubicado frente al baúl, quien desconcertado trataba de palpar algún botón para poder levantarlo. Lo tuvimos que asistir desde adentro con un botón cerca de la palanca de cambio, el único comando eléctrico que lo pudo abrir. Ya al frente de su volante, salimos guiados por el GPS del celular otorgado por VW, a recorrer las congestionadas calles y autopistas, situación que nos hizo ir más cauto de no cometer ningún error en el manejo, que ir disfrutando o prestando atención de lo que es el test drive en sí. No hizo falta seguir recorriendo mucho, para percatarse que el veterano motor 1.6 MSI, de 110 CV, no iba a estar en su zona de confort, con 4 ocupantes a bordo y con el aire acondicionado al máximo, para sobrellevar los 35° que marcaba el reloj de la temperatura exterior. A ello, se le sumaron tramos largos de rutas empinadas – muy comunes en Brasil-, pero que no sirvieron más que para dejar en evidencia la falta de potencia del sufrido Polo. Si respondió muy bien su convencional caja de 5 marchas, con mucha precisión y firmeza, los incontables rebajes, a los que tuvimos que acudir, para terminar de subir las interminables pendientes. El punto débil de esta caja, quedo expuesto cuando agarrábamos velocidad (120 km/h) y el motor viajaba “enroscado” y un poco “gritón”, como pidiendo una sexta marcha. La puesta a punto de la suspensión es algo a destacar y allí una colega, propietaria y usuario del un Golf 2015, acotó la diferencia entre las suspensiones más duritas de su auto, con respecto a las blandas de este Polo. La dirección, es suave y con excelente radio de giro, al cual pudimos poner en práctica varias veces para hacer vueltas e U, en algunas de nuestros fallidos desvíos. Se trató de una primera aproximación que nos dejó un gusto a poco, no por los kilómetros recorridos, sino por lo que esperábamos de este modelo que fue signado por la marca nada menos como el modelo con el cual empieza la nueva era de Volkswagen. Seguramente, habrá tiempo para ahondar nuestras impresiones, y por sobre todo, para subirnos a las versiones más equipadas del Polo, que hasta aquí, logró despegarse apenas de la propuesta del veterano e imbatible en ventas, Volkswagen Gol.

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Motriz (C) 2013