Prueba de manejo: Hyundai Santa Fe 2019
San Pedro de Atacama (Chile) Viajamos a uno de los terrenos más áridos del planeta para manejar a la última generación del SUV coreano.
A esta proeza nos invitó Hyundai a San Pedro de Atacama (Chile), para conocer y poner a prueba-como corresponde- a la cuarta generación de su utilitario deportivo mediano:
Fueron 3 días en pleno desierto de Atacama, donde la marca puso a disposición de la prensa a 40 unidades en sus dos variantes de motores: el 2.4 nafta de 172 CV con tracción 4×2 y la opción 2.2 turbodiesel de 200 CV con tracción integral, esta última reservada para el día de incursión hacia el desierto.
Hyundai, tiene una gran característica que siempre plasma en sus modelos: el salto de entre generación y generación, es contundente. Si uno es memorioso o atento y percibe a los modelos tanto del Santa Fe o Tucson de generaciones anteriores; se puede percatar que tienen poco y nada que ver con sus antecesores.
Sin embargo, en esta cuarta generación dicho sello, está llevado a su máxima expresión. No tiene un ápice de parecido con la anterior Santa Fe. Su frontal galáctico, lleva el concepto de parrillas voluptuosas, faros rasgados y capot musculoso, hasta el nivel más alto conocido dentro de la categoría.
Muchos especialistas, hablan de que su rostro tiene mucho que ver con los últimos lanzamientos de la marca. Lo cual es cierto, si uno mira a la Hyundai Kona. Otros, aducen que esta nueva estética se emparenta más con las líneas bien marcadas y robustas de los autos alemanes; cuestión que también compartimos.
Lo cierto es que, el cambio de esta Santa Fe es rotundo y que no luce más grande y aparatosa. Es más grande y aparatosa: mide 4.77 metros de largo (70 milímetros más que la tercera generación), 1.89 metros de ancho (+10 mm) y 1.68 metros de alto (no varió). La distancia entre ejes pasó de 2.700 a 2.765 milímetros. Incluso su baúl creció: Pasó de 585 litros a 625, con dos filas de asientos.
El lujo que mencionábamos antes, se expresa con toda su gloria, en su interior. Los modelos de origen coreano, siempre se distinguieron por su excelente calidad percibida, y este SUV, es la última expresión de dicho concepto. Paneles forrados en cuero, colores y texturas diferentes, instrumental envolvente, tablero digital de 7” (en la versión diésel), pantalla multimedia de 8”, cargador inalámbrico de celulares; sin olvidarnos de su techo panorámico, que abarca hasta la tercera fila de asientos. Son todas soluciones con las que esta Santa Fe atrapa y seduce a sus ocupantes.
Mención aparte, merecen ahora el espacio que ofrece atrás, no solo para tres ocupantes, sino para 7. Se mejoró mucho el acceso a la tercera fila: un botón pliega la segunda fila con un motor eléctrico. Los dos últimos asientos están pensados para niños, pero también pueden ser usados por adultos no muy grandes.
Siempre elogiamos a las terminales que ofrecen diferentes variantes de motores y más aún cuando uno de ellos es gasolero. Esto, sucedió siempre dentro de la gama del Santa Fe y se reitera en esta nueva fase de su vida. La mecánica naftera 2.4 16v con 172 CV y 225 Nm, con caja automática de 6 velocidades y tracción delantera, se ubica como la opción “entrada de gama” a un precio de 50.900 dólares.
Mientras que la de corazón turbodiésel, de 200 CV y 450 Nm, caja automática de 8 marchas (con convertidor de par) y sistema de tracción integral, es la tope de gama a un precio de 82.000 dólares, valor inflado por los impuestos internos a los coches de lujo.
Atacama en primera persona
Llegar vía avión a Atacama ya es toda una experiencia. La inmensidad del desierto, hace que hasta las propias azafatas, quienes seguramente han sobrevolado decenas de veces por este territorio, se asomen por sus ventanillas para divisar la aridez que se pierde en el horizonte. Los 2.500 y 3.600 metros de altura sobre el nivel del mar, se sienten apenas uno empieza a moverse con los bártulos de los equipajes. El descenso de temperatura apenas el sol se esconde, es contundente y vertiginoso, lo cual nos hace rápidamente emponcharnos para ver la presentación, que fue durante la noche debajo de las estrellas. Un espectáculo hermoso, pero helado.
Al día siguiente, la expectativa por pisar el desierto a bordo del renovado utilitario de Hyundai, se concreta a través de una incursión por cerradas calles de tierra, rodeada de caseríos autóctonos del lugar, entre mezclados con hospedajes y hoteles Premium que hoy se alzan en San Pedro de Atacama.
La primera demostración de que la Santa Fe tiene pergaminos para incursionar por fuera del asfalto, fue salir airosa de la pesada y enceguecedora polvadera que iba dejando al paso la extensa caravana; polvadera que no ingresó al habitáculo nunca.
Nuestra versión diésel 4×4, empieza a recurrir al sistema de reparto de fuerza automático: va dosificando el 100% del torque al eje delantero hasta el 50% al posterior. Funciona bien, aunque en esta primera etapa no hubo demasiadas exigencias, más que caminos de arena.
La Santa Fe ofrece diferentes modos de conducción, según el terreno. Las alternativas Eco-Comfort-Sport no solo liberan o restan potencia al acelerador. Sino que van modificando los modos de tracción y por ende, el comportamiento dinámico del vehículo.
De apoco el camino combina arena con piedras sueltas, y la suspensión es llamada a trabajar. Se trata de la misma suspensión independiente en las cuatro ruedas (el eje trasero es multilink) de la anterior generación; pero que en este caso fueron retocados los bujes y espirales para disminuir las vibraciones y rebotes.
Los que si se quejan y, con razón, son sus neumáticos de 18 pulgadas. Los mismos son 100 por ciento para el asfalto (Continental ContiSportContact 235/60R18 ). En este escenario, la pinchadura -en el mejor de los casos- o la rotura del neumático -en el peor de los casos – están a la vuelta de la esquina.
El único aliciente que tenemos, es que la variante 4×4 tiene un auxilio igual que las ruedas titulares. (la versión 4×2 solo ofrece un auxilio temporal) y que ante un altercado, tenemos vehículos de apoyo.
El desierto es imponente y todos quieren retratar con sus celulares el paisaje. De pronto, aparecen trepadas y descensos bien trabados, con algunos tramos bien escabrosos. La escasa cartelería, indica que se trataban tramos de los pasos fronterizos que llevan a la Argentina y el que cruza a Bolivia.
La caravana se pone lenta, y las Santa Fe empiezan a ser castigadas por el terreno. El torque del motor diésel ayuda, lo mismo que su doble tracción. Los neumáticos patinan y chillan recordándonos: “no estamos hechos para esto”.
Hablemos de la caja: Automática de ocho cambios tiene una configuración perfecta: a 120 km/h en octava, el motor trabaja a sólo 1.700 rpm. Por eso, el consumo en ruta es bajísimo: sólo 6,3 litros cada 100 kilómetros. La media registrada durante tres días de prueba fue de 11 litros cada 100.
Conclusión
Las 40 Santa Fe volvieron airosas de una prueba diferente del desierto de Atacama. Un slogan que podría utilizar la marca para promocionarla, si quisiera. No fue una prueba muy exigente, pero la proeza de meterse en pleno desierto, es para reconocer.
Siempre que nos bajamos de un Hyundai, tenemos la misma conclusión: Si me compraría este auto y desde luego nos sucedió con esta Santa Fe. La bofetada que nos vuelve a la realidad, siempre fue su elevado precio y más aún en el contexto actual. Es el SUV con los estándares de confort y seguridad más altos del segmento, pero su precio lo aleja de toda compra racional y lo coloca en el pedestal de los modelos aspiracionales.
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¿Se acuerdan de la Nissan X-Trail anterior? Aquella de lineas bien rectas, de aspecto rudo que invitaba a sus felices propietarios a morder un poco de polvo el “finde”. Pues, tenemos que decirle que de aquella última generación que se vendió hace 4 años en Argentina, esta nueva (la tercera generación) que se lanzó a principios de este año, no quedó prácticamente nada de su fachada.

Luce así, más moderna, sofisticada y porqué no decirlo, más civilizada. Esto, en general es una tendencia, pues los fabricantes entendieron que la mayoría de quienes buscan este tipo de vehículos, muy pocos son los que pretenden hacer off road de veras. Es por ello que esta X-Trail, como Renault Koleos, Toyota Rav-4, Hyundai Tucson, Honda CR-V, son referentes de lo que se denomina, en la jerga, el off-road “light”.
Así fue que la X-Trail adoptó un frontal más aerodinámico (muy similar a la Murano), donde la gran protagonista es la parrilla estilo V-Motion, que ya se ha vuelto característico de la marca. También se destacan sus faros full led más estilizados y la luz diurna en forma de bumerán. Se hacen presente detalles cromados y nuevas llantas de aluminio de 18 pulgadas, es decir, todos agregados que refuerzan su perfil urbano por sobre su costado todo terreno.
La sofisticación, también se produjo puertas adentro.Butacas de cuero calefaccionables y regulables electrónicamente. Techo solar panorámico con apertura/cierre de un solo toque con cortina deslizable, puerta de baúl con apertura “No Touch” (se debe deslizar el codo por el sensor en la zona central del portón trasero para que este se abra), llave inteligente I Key y aire acondicionado automático bizona con regulación dual de la temperatura, son algunos de los “chiches” de esta nueva X-Trail.
Su volante, nos recordó al del Kicks, pequeño, con buen tacto y multi función. La parte “tecno” está bien representada por una pantalla táctil de 7” con Nissan Connect, acceso a algunas redes sociales, conexión Bluetooth, comandos por voz, GPS y streaming de música, entre lo más destacado.
Cambió todo en este SUV mediano, menos el motor y lo cierto es que uno esperaba una renovación, sobre todo considerando que la mayoría de sus rivales si actualizó este apartado. De este modo, sigue siendo el naftero 2.5 litros de 171 caballos el que la impulsa. Se trata de un propulsor que no se caracteriza por ser un compañero para el ahorro: Su consumo en ciudad está entre 12 y 13 litros cada 100 kilómetros, una barbaridad. Mientras que en ruta, no superando los 120 km/h, es menos glotón: entre 8 y 9 litroscada 100 kilómetros. La única caja disponible es una automática CVT (con variador continuo) que, a diferencia de la anterior, oculta mucho mejor los patinamientos que se producían en los cambios de marcha ascendentes.