Para comprar un VW Golf, un Ford Focus o una Honda HR-V la espera puede llegar hasta 2016. Y quien tiene la suerte de encontrar uno de los flamantes lanzamientos podrá pagar hasta $70.000 más para tenerlo. Los por qué de este desconcierto
Los últimos tres lanzamientos más esperados en el mercado automotriz no hacen más que traer dolores de cabeza, por lo menos a los clientes que están ansiosos por comprar uno.
Volkswagen Golf,
Honda HRV y
Ford Focus son los más complicados de un listado de por lo menos 10 novedades que llegaron este año y cuya disponibilidad no abunda.
Los modelos se presentaron entre abril y julio, pero hacerse de uno puede traer aparejadas
esperas hasta 2016. Otro dato clave es que los
precios que piden en los concesionarios están
muy lejos de los que
sugieren las marcas. Y por último, las
versiones full no existen en los puntos de venta, y si alguien pide una de ellas, los vendedores directamente explican que no habrá ni siquiera teniendo paciencia y esperando por tiempo indeterminado.
El caso del Volkswagen Golf es el que trajo más conflictos y despertó más llamadas de atención.
Apenas se presentó después de tres años de espera (en Europa la séptima generación llegó en 2012) había ciento de
preventas confirmadas. Pero no solo no pudo cumplirse con esos pedidos sino que las listas de espera
desbordaron a los concesionarios.
Aún hoy, pasados casi cuatro meses de su lanzamiento,
no hay en stock y los sobreprecios siguen siendo de hasta $70.000. Por otro lado, la versión Highline, tope de gama, está en modo discontinuado aunque eso no se comunique desde la marca. Lo cierto es que en los punto de venta no hay y no se reservan.
La misma situación atraviesa la
Honda HR-V. Las
entregas recién podrán realizarse en
diciembre o enero, y los sobreprecios llegan hasta $60.000. No solo eso, sino que la
versión full no existe en el mercado local y los vendedores explican que “se fabrica en la Argentina pero únicamente para exportar a Brasil”.
La gota que rebalsó el vaso llegó con el
Ford Focus. El restyling del modelo global se presentó a fines de julio, pero el plazo de entrega supera los 60 días en varios concesionarios. En este caso es un
poco más reducido y hay más certezas sobre su disponibilidad, pero
también hay sobreprecios y conseguir un Titanium, es decir un tope de gama, es más que complicado.
En cuanto a los valores, averiguamos por un
SE Plus, que es la opción anterior al full, el cual se encuentra con más facilidad pero también sobrevaluado: por ejemplo del valor oficial de $296.000 que sugiere Ford,
piden más de $330.000.
Los por qué del mercado en falta
La
falta de stock de las marcas no es un tema nuevo y en los últimos meses se siguió agravando, al punto tal que desde los concesionarios declaran haber destinado 40.000 unidades de sus depósitos a la venta, lo cual significa una gran
pérdida para el sector. Esto se da por varios aspectos.
En el caso de los autos de
fabricación nacional (como el Focus y HR-V, entre otros) las
exportaciones siguen siendo prioridad para las compañías, especialmente las que venden a Brasil, al punto tal que las primeras producciones que salieron de la planta de Honda Campana fueron directamente al mercado vecino.
Esto se justifica en otra obligación que tienen que enfrentar las automotrices:
necesitan exportar para poder importar, y eso hace que se priorice el comercio exterior.
En cuanto a los
modelos importados, ya sea del Mercosur o de extra zona, también depende de varios factores. Uno de ellos es que las marcas tengan la balanza comercial equilibrada, pero también que
le habiliten dólares para cerrar las compras. Y esta situación está costando cada vez más. Además, muchas embarcaciones quedan en los puertos por semanas enteras esperando que les den vía libre para ingresar al país.
En cuanto a los puntos de venta, los cambios del mercado de los últimos meses
acrecentaron la especulación. La presidenta Cristina Fernández habló de “canuto”, cosa que niegan las marcas, pero la incertidumbre sobre las reglas de juego alarga la toma de decisiones.
Primero fue esperando la
renovación del impuesto interno, para saber
qué modelos serían alcanzados por la medida y cuáles quedarían exentos. A esto se suma la
inflación que sigue en marcha en el sector y nadie sabe cuánto saldrá un auto en algunos meses más. De esta manera, muchos regulan la venta de unidades teniendo en cuenta que después
puede ser difícil la reposición.
La consecuencia de este desconcierto es que las
terminales reducen su producción ante el desconcierto sobre cuántos autos colocarán en el mercado; los
concesionarios esperan para vender mejor lo poco que tienen; y los pocos compradores que quieren renovar sus vehículos no encuentran modelos disponibles, tirando cada vez más abajo los patentamientos de cada mes.