El padre del Presidente falleció a los 88 años. Fue uno de los empresarios de la industria automotriz más destacados de la década de los ’80 y ’90. Un repaso por los autos que marcaron su historia

Llegó al país a los 18 desde su Italia natal. No sabía español ni sabía qué hacer en su nuevo destino, pero se arriesgó.
Sus primeros pasos fueron de experimentación, con aciertos y desaciertos, pero nunca bajó los brazos, y esa
tenacidad la
mantuvo hasta el final de sus días.
Arriesgado, calculador, sociable e inteligente, Franco Macri fue uno de los
empresarios más importantes de la Argentina y su patrimonio figura como uno de los más abultados del país.
En los últimos años su nombre resonó más por ser el padre del Presidente, Mauricio Macri, que por su trayectoria, pero en la década de los 80 y 90
era una de las personalidades más influyentes del país.
Apenas llegó a la Argentina empezó a incursionar en diferentes rubros, uno de ellos la construcción. Sin embargo, el
golpe de suerte llegó con la industria automotriz y su primera creación, el grupo Socma (Sociedad Macri) en 1976, el cual reunió diferentes negocios.

Tiempos después, en 1980,
consolidó su éxito con la creación de Sevel – Sociedad Europea de Vehículos para Latinoamérica-, siendo representante de las marcas
Fiat, Peugeot y de algunos modelos de Chevrolet, como la pick up S10.

La empresa, que permaneció activa hasta 1996, dio vida a vehículos icónicos como el
Peugeot 504 y 505; o los recordados
Fiat Spazio y Regatta.

La operación con estas marcas arrancó en el El Palomar, donde actualmente fabrica el Grupo PSA los modelos de Peugeot y Citroën. Incluso en 2017, cuando el Presidente estuvo en el lugar durante un anuncio de inversión para instalar una nueva plataforma, recordó con nostalgia sus tiempos en la firma, de la cual fue uno de los máximos responsables.
El hito más importante de ese entonces fue la
producción del 505 nacional, el auto más lujoso, avanzado y costoso de su época que se fabricó en el país. También fue pionero en lanzar
autos de pasajeros con
motores turbodiésel e inyección de combustible.
Mucho tiempo después, ya con Sevel como parte de la historia,
Macri volvió a
incursionar en el mundo de los
autos y lo hizo con otra
jugada arriesgada. En
2008, Socma se convirtió en el
primer importador de una
marca china al país, Chery.

Con un gran evento en el Tattersal de Palermo, se anunciaba el desembarco de una nueva firma que por ese entonces era una prueba de fuego, porque hace más de una década atrás nadie confiaba en esos modelos.
Hoy, los
SUV de la gama Tiggo son algunos de los más
reconocidos y vendidos del país, al igual que el QQ en el segmento de los city car. Además, muchos empresarios siguieron sus huellas y más de 15 firmas de ese origen se venden en el país.

Después de ese paso, pasados varios años y con otros negocios de por medio, Franco Macri decidió que Grupo Socma quede en mano de sus hijos, con la excepción de Mauricio. Entonces se
sumaron las marcas chinas DFSK y Jac Motors, destacadas en el segmento de utilitarios livianos.
Sus decisiones y opiniones siguieron desde la sombra, involucrado en algunas causas judiciales que aún no se esclarecieron, y hace un año, según dijo el mismo Presidente, estaba afectado por una grave enfermedad.
Dejó su legado en el mundo empresario como un hombre exigente. Incluso la
gestión de su propio hijo fue calificada con un 5, a lo cual Mauricio respondió que para su padre esa nota era como un 10.

Se notaba una relación tensa entre ambos y al mismo tiempo de un patriarcado donde era difícil entender que su
hijo había trascendido más allá de sus negocios. Por eso también se enojó cuando abandonó Sevel.
Este sábado su corazón dijo basta y su círculo más cercano lo despidió en silencio. Para la industria automotriz, queda un fuerte legado de un italiano que revolucionó el sector.